viernes, noviembre 30, 2007

El arroyo del Valle del Encanto

EPIFANÍA:

EPI, de épico (el cenit de algo, el punto cúlmine, como el principio y final de Carmina Burana de Carl Orf, la culminación grandilocuente y magnánime de algo, cualquier cosa)

FANÍA: algo mágico, fantástico, divertido o trascendental, porque su raíz es Fantasía.

Un Epifánico Silencio a la Hora del Amor

Este término es mas o menos contemporáneo, yo lo empecé a escuchar en "La belleza de Pensar" un programa en donde entrevistaban gente. Cuando hablaban de poesía o de escritores se referían a su inspiración para algo con ese término, pero con el matiz de que ése momento cambió para siempre al ser. Equivale a iluminarse en las tradiciones de oriente.

Te voy a contar una epifanía:

Era una mañana soleada en el Valle del Encanto. Tomé desayuno y me fui caminando por la rivera del arroyo, en un lugar me llamó la atención un grupo de arbustos rastreros con hojas con forma de corazón, verde musgo y con unas vetas verde claro con ondulaciones como las de un cerebro. Eran como siete arbustillos y solo uno estaba plagado de orugas negras con puntos amarillos, supe que esas futuras mariposas tenían conciencia de su alimento y la necesidad de respetar a los otros vegetales. De a poco fui subiendo por la pendiente de un brazo de cerro que se desplegaba hacia el poniente. El sendero era escabroso y, bueno en realidad no había sendero, solo huellas por donde transitan los Gnomos, las vizcachas y los conejos, estas tenues líneas se perdían entre los cactus que habitan ese sector del valle. Empecé a girar hacia la cumbre del cerro y me encontré de pronto siguiendo a una hermosa mariposa negra con puntos amarillos, volaba muy grácil con su contoneo juguetón y yo avanzaba siguiéndola. Me di cuenta que me estaba guiando porque seguía una huella que se dirigía a la cumbre del cerro. Entre subiendo una escalera de cuatro peldaños, en verdad, cuatro rocas que estaban ahí formando la entrada a la cima. Justo al medio de la cumbre había una gran roca partida, en el centro un perfecto rectángulo en donde cabían mis pies juntos, de las cuatro caras del rectángulo salían otras quebraduras que marcaban los cuatro puntos cardinales. Estas quebraduras eran profundas y dividían la roca con la forma descrita.
La mariposa desapareció colina abajo entre los matorrales y me quedé parado observando 360 grados de la amplitud del paisaje que era yo mismo por dentro...
Me senté y encontré un palo dentro de una de las quebraduras, sin pensar comencé a golpear cada trozo de roca como un tambor y, voila! sonaba como tambor. Me entregué a un ritmo que resonaba en mi corazón. No sé cuanto tiempo estuve tocando, cuando súbitamente me detuve al notar que unos pequeños escarabajos se asomaban por las grietas, pero, que criaturas!, jamás había visto unos bichitos como esos y nunca los he visto otra vez. Eran como hojas chiquitas, con color y textura de piedra, eran insectos de piedra!
Se acercaban a mí, contoneando una especie de aura invisible que manaba de mi piel, se detenían y palpaban el aire a dos centímetros de mí. En otro instante había muchos, de variados tamaños, y luego se fueron todos. Se esfumaron por las grietas.
Levanté la vista y otra vez, en un abrir y cerrar de ojos apareció una nube de moscas, pero eran unas moscas muy especiales, grandes como abejorros, todas de colores metálicos muy brillantes, azules, amarillo, verde y bermellón. Zumbaron un rato y de nuevo, como llegaron desaparecieron. A esas alturas esperaba que los cactos empezaran a bailar, pero sucedió la Epifanía:
Un grupo de mariposas negras llegó volando por donde se había perdido mi mariposa guía. Revoloteaban al rededor de mí, y podía oír el chasquido de sus alas. Luego se agruparon y volaron muy juntas y desaparecieron por donde llegaron .....
Una mariposa volvió y oí una voz en mi cabeza que decía; " Soy el espíritu del chamán, a voluntad puedo entrar en la forma, porque lo desee con intensidad, antes de morir, estoy presente porque conozco la Fuente, y vivo en la eternidad"
Esta mariposa dibujó sobre un espacio de arena, a un costado de la roca, el símbolo del infinito, mientras oía ese susurro, como un poema fulminado. Luego desapareció tras los cactus.
Estaba como en un trance, creo que mi mente no razonaba nada. Me desnudé y me acosté en ese espacio de arena fina, el sol me abrazaba con el calor de la mañana y lo que sucedió después es inenarrable...

Mi maestro gnomo Bonguito me habló sobre el sentido de las mariposas. Decía que también son flores que vuelan y que son la más simple expresión de la eternidad de la Deidad. Si por ocho horas miras a una mariposa viva, en ocho horas subes tu frecuencia al punto de asencionar y llevarte el cuerpo contigo.

Esa es una de mis Epifanías

Con cariño para ti

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