domingo, julio 06, 2008

El rostro de los gnomos es lo primero en aparecer, define su individualidad y de sus ojos irradia todo aquello que se quiera saber; de donde proviene, cuál es su clan, cuál es su virtud particular, cuál es su mensaje. El rostro, sus ojos, son un foco radiante de sus cualidades. Literalmente se hace solo, él mismo plasma su figura en la terracota. Se completa el rito de individualización cuando se le da un nombre y ya está listo para elevarse a grandes ciclos evolutivos e interactuar directamente con nuestro mundo de la forma, la densidad atómica.
La cabezita del medio en la fotografía la hizo otra persona, muy especial en mi vida, pues ella misma abrió su portal para atraer el reino sutil a su vida y su realidad, y dispensar su radiación al mundo, el planeta y los dioses dormidos (que ya están despertando)
Ahora somos dos, un complemento creativo... los seres elementales celebran su gracia, su belleza, su pureza y su despertar.
Gratitud