Cuando era niño, veía de manera natural a estos seres. Cohabitabamos juntos y esta experiencia alimento siempre mis ansias de explorar lo inexplorado. Me sentaba en la base de los matorrales del jardín y me quedaba muy quieto, muy silencioso, observando el micro mundo. Después de mucho rato comenzaban a asomarse, pasaban caminando y me observaban y seguían su marcha. Mi gran secreto era que yo sabía que no todos (casi nadie) podían verlos, y que no siempre se podían ver. Esta relación era de respeto mutuo, de silencio y lealtad.
Me salvaron de muchos accidentes. Nos guiaban en nuestras aventuras por los bosques. Siempre, siempre están presentes.
1 comentario:
Cuando chico me sucedia que en la noche podia ver perros blancos en la puerta de mi pieza. Lo malo es que estos perros solian ladrar con rabia.
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